Autor: Oliver Jeffers
Reseña por Arturo Romero
El viaje como infancia.
Cuando era pequeño me gustaba imaginar historias. Mi abuelo me contaba múltiples aventuras que había vivido en su juventud y, con el paso de los años, estas historias le generaban confusión o las intercalaba con otros relatos de los que no había escuchado; algunas narraciones tenían un final distinto, lo cual no me importaba; el hecho de que mi abuelo me contara algo era suficiente para mí. Fue un gran amigo, fue mi primer amigo.
Una de las historias que me recuerdan la amistad y el viaje es “Perdido y encontrado”, cuento que el mismo autor, Oliver Jeffers, ilustra. Un niño encuentra en la puerta de su casa a un pingüino, no le pertenece a él ni a nadie que conozca, lo lleva a “La oficina de objetos perdidos y encontrados” pero nadie lo reclama. El pingüino está triste y asumimos que extraña a su familia o al lugar del que ha salido. El niño investiga y sabe que su hogar se encuentra muy al sur, en el polo; será difícil llegar ahí y aún más porque nadie lo toma en serio y nadie lo llevará tan lejos. Pero a él no le importa; tiene un plan y junto a su amigo se pondrán en marcha para construir un barco y llegar al sur. Después de varios días han terminado, tienen una embarcación que ponen en la playa y se hacen a la mar… Cada noche, mirando las estrellas, el niño le cuenta historias al pingüino y el animalito lo escucha muy atento, reman juntos, superan olas del tamaño de una montaña y navegan por mares tranquilos… Han llegado a su destino, es momento de la despedida, sin embargo, el pingüino se encuentra más triste que nunca, al niño le gustaría quedarse, pero su familia lo espera así que toma sus remos y comienza el retorno. Poco a poco se da cuenta de que aún le faltan historias por contar pero ya no hay nadie que lo escuche, y, de repente se da cuenta de algo: el pingüino no se encontraba perdido, estaba… Bueno, el final es algo que el lector tendrá que averiguar.
Los viajes nos dejan amigos, esos amigos, historias y esas historias, momentos de vida. No me imagino algunos lugares si no fuera al lado de las personas que amo, quizás eso me enseñó mi abuelo: a reconstruir historias y darles un nuevo final si el anterior no te gustó, a encontrar a aquella persona que siempre te contará un relato o que seas ese que escuche sin importar cuantas veces le ha sido narrado lo que ahora repiten para él.
Juan Arturo Romero Meneses
(Puebla, 1986)
Bibliotecario, apasionado de la literatura y los viajes. En algún momento espera poner en orden sus libros y no leerlos al azar.