Autor: Jordi Sierra I Fabra
Reseña por: Arturo Romero
En algún momento empecé a coleccionar postales de los sitios que visitaba, Puerto Vallarta, Oaxaca, el extinto Distrito Federal, sabía que en ese pequeño pedazo de cartulina o papel se encontraba un grato recuerdo, las coleccioné por mucho tiempo hasta que las regalé con amigos y conocidos. En otro momento comencé a tomar fotos de los libros que me acompañaban, los “Relatos” de Beckett en Guadalajara, “Nieve” de Pamuk en Morelia o “El colombre” de Dino Buzzati en la Biblioteca Vasconcelos, poco a poco me di cuenta de que las historias y los viajes guardaban una relación, una especie de correspondencia que, si olvidaba el texto, la aventura, al recorrer cada sitio, saltaba a mi memoria.
Sierra I Fabra nos cuenta una historia que parte de una leyenda. Un año antes de morir, Franz Kafka pasea por el parque Steglitz cuando encuentra a una niña que llora desconsoladamente por una muñeca que ha perdido. El escritor se acerca y, para tranquilizarla, le cuenta que Brígida, el nombre de la muñeca, no se ha extraviado, ella ha decidido marcharse y recorrer el mundo. Bajo ese pretexto Kafka comenzará a escribir una serie de cartas para Elsi, y convertirse en una de las profesiones que más amará en vida, ser cartero de muñecas.
La historia continua por varios lugares más: París, Londres, Viena, África, sin embargo, Kafka sabe que no puede escribir por siempre, así que, valiéndose de su sabiduría y por el amor a Elsi, escribe una de las cartas más largas y precisas para una niña, para demostrarle el amor, la pérdida, la inocencia y la pasión por aquellos seres que se transforman.
“Viviremos cada cual en la memoria de la otra, y eso es a eternidad, Elsi, porque el tiempo no existe más allá del amor… Hay lugares en el mundo que cambian a las personas”
Lo más importante de este libro es lo que hay detrás de él. Kafka había pedido a su amigo y albacea, Max Broods que destruyera todos los manuscritos que había escrito después que muriera, Broods desobedeció esa orden y gracias a eso conocemos textos inacabados pero excepcionales como: “El proceso”, “El Castillo”, y “América”, sin embargo, esas cartas le pertenecían a una sola persona, a Elsi. Durante mucho tiempo Klaus Wagebach, estudioso de Kafka recorrió, ese parque en búsqueda de la niña o de algún rastro que la llevara a ella y poder leer las cartas que Sierra I Fabra sólo pudo recrear con gran maestría. Dory Dymant, que por aquel tiempo vivía con Franz asegura que la historia es cierta, que el escritor checo le contó sobre una niña que había perdido una muñeca y desde ese momento se encargaría de ser el cartero, Brígida y todo lo imaginable para que Elsi continuara creyendo.
Con lo anterior me viene a la mente que aparte de los postales y los libros he coleccionado historias. ¿Y tú, qué coleccionas cuando viajas?
Juan Arturo Romero Meneses
(Puebla, 1986)
Bibliotecario, apasionado de la literatura y los viajes. En algún momento espera poner en orden sus libros y no leerlos al azar.
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